miércoles, 13 de enero de 2016

Cómplices

Detengámonos,
en medio del salón o de un colchón
con acento a madrugada.
Llevamos horas
investigándonos los cuerpos,
de reojo, tras la almohada.

Y acusémonos del delito
más antiguo de la historia:
Estafar con sentimientos
a un corazón ingenuo
y carente de recursos.

Interroguémonos con las manos,
mientras tomo declaración
a una lengua mentirosa,
que no se cansa de encubrir
a su cómplice de cama.

Prometo ser tu poli bueno
y cuando quieras, también,
el poli menos malo.
Que sirvan de coartada las huellas
de tus labios en mi espalda.

Cachéame el alma desde dentro.
Y si encuentras su recuerdo
escondido en un bolsillo,
entiende mis excusas,
también sufro de vicios.

Llevamos en el cuerpo
al enemigo número uno del invierno.
Y acoges en las piernas
un botín con los mejores cerezos
que la primavera se guardaba.

Se nos acusa de querer saltar
sin licencia para el vuelo.
De resistirnos a la autoridad
de una abusiva despedida,
sin otra consigna que tus besos.

. Apropiación indebida de suspiros.
. Secuestros de domingos bajo mantas.
. Vandalismo callejero de caricias.
. Amenazas contra una soledad que nos maltrata.
. Malversación de versos no inspirados.
. Usurpación de piel en la penumbra concentrada.
. Contrabando de "te quieros" en el patio de un convento.
. Caza furtiva de atardeceres en tus bragas.

Se nos acusa de plagiar
el brillo de la luna con tu risa.
De exceder el límite establecido
para los sueños, en una carretera
secundaria de mentiras.

Se nos acusa de todo esto.
De ser el nexo desde tu todo
hasta el punto de partida de mi nada.
Los responsables de un butrón
por cicatrices que creíamos ya cerradas.



Fotografía: Sima García
Modelo: Lucía García

(Un mar de gracias a las dos)

Poema correspondiente al Reto 3 - "Pieles encadenadas" del concurso The Edgar Allan Poets.