viernes, 1 de abril de 2016

Porque

No has enunciado todavía la pregunta
y ya tengo, preparadas en un cajón,
más de mil respuestas.

Porque llevo cuatro bics gastados
y sigo fracasando en el intento
de explicar lo que me pasa.

Porque eres la versión risueña
de un domingo pesimista por la tarde.
Porque juegas a ser rincón secreto,
sin gente y en silencio
sobre el suelo de Gran Vía
-y casi siempre terminamos en empate-.

Porque nadie como tú
ha conseguido trasnochar
sobre mis pecas.

Porque decirte que eres magia
es como insultarle al sol
etiquetándole como fuente
de calor cualquiera.

Porque eres brisa,
y cuando quieres, también,
eres tormenta.
El único mar abierto
donde no me importaría navegar
sin salvavidas.

Porque maldigo a la distancia,
desafío al sistema métrico
y le hago vudú con versos
a quién juega con tu tiempo.

Porque me asombro del pudor
que ignora tu espalda
cuando la recorro con mis dedos.

Porque me he convertido
en peregrino irreligioso de tus piernas,
sabiendo que el mejor albergue
se encuentra en lo alto de tu monte
y en sus cavernas.

Porque me han acusado de ser
el asesino de tus miedos.

Porque no hay verdad más absoluta
que decirte que te espero.