miércoles, 9 de marzo de 2016

Siempre quiso ser abril

Participar en concursos tan bonitos como The Edgar Allan Poets te dan la oportunidad de conocer gente tan maravillosa y con tanto talento como Irene Nómada, ganadora de la primera edición de esta slam poética a través de las redes sociales.
Si encima te elige para hacer un poema conjunto, el reto se convierte en premio. Un premio que me llena el alma de orgullo y de cariño hacia Irene, que siempre te sorprende con su forma de ser... ¿Se puede ser más bonita?
El pasado 3 de Marzo pudimos leerlo en la Sala Libertad 8, dando comienzo a la gira "The Edgar Allan Roads".

Un millón de gracias a todos los que estuvisteis arropándonos con tanta ternura.

Esta gira nos llevará a varias ciudades de España, espero coincidir con vosotros, próximamente. Aquí las fechas:

– 26 de Marzo: GRANADA (La Tertulia) 21:30h
– 2 de Abril: VIGO (Café Teatro Vigo) 21:30h
– 16 de Abril: VALENCIA (Elvolander Café) 20:00h
– 23 de Abril: BARCELONA (Beirut 37) 18:00h
– 7 de Mayo: MÁLAGA (La Noria)
– 21 de Mayo: CÁDIZ (El Pelícano MúsiCafé) 21:30h
– 3 de Junio: BADAJOZ (Librería Cien Cañones)
– 4 de Junio: CÁCERES (Librería-café Psicopompo) 20:30h
– 11 de Junio: SEVILLA (Sala La Salá)
– Otras fechas por confirmar: ALICANTE (Sala Clan Cabaret), ORENSE, MURCIA, XÁTIVA y ZARAGOZA.

Gracias a Fernando de la Calle por hacer posible este sueño. Soy un tío muy afortunado, de verdad.


Siempre quiso ser abril

Desde aquel día, siempre vestía de otoño.
La suerte cambió sus vestidos de flores
por abrazos que nunca curaban el frío.
Por abrigos que sólo pesaban sobre su sombra cuarteada.

Saltaba de charco en charco
y le salpicaba en las piernas el miedo.
Las tormentas, que un día agitaron sus sueños,
robaban la calma perdida a un calendario atrasado.

Miraba las puestas de sol apagada(s)
porque con cada atardecer se alimentaba el rubor su mirada.
Buscaba en el hemisferio más cálido,
un fuego que no le quemara
y se cruzaba con sonrisas convertidas en cenizas.

Le crujieron las hojas en las pestañas
y se le rompieron los suspiros en el pecho.
Una sensación rasgaba el corazón de su rutina.
La sensación de las ramas que se estiran,
como los huesos bajo la piel de los que sueñan,
para alargarse un poco más en primavera.

Aunque ella sólo se sentía caer y caer,
movida por un viento que agitaba fuerte sus tormentos
y los hacía volar.

Volar alto... Pero sin rumbo.

Convirtiendo caricias perdidas en un huracán de recuerdos.
Recuerdos que quería olvidar,
dejándose llevar hasta donde llegase su (lo)cura.

Contaba las horas para el próximo solsticio de su suerte,
y vagando por las estepas de un invierno malhumorado
se imaginaba surcando un cielo estrellado de preguntas.

Sus trópicos, delineados por su cuello y sus caderas,
guardaban la plenitud de un octubre hecha mujer.
Se había cansado de querer con la latitud equivocada.
De ver marchitar margaritas por un "sí" que nunca llega...

Estaba harta de hacer crujir las hojas,
que se (des)armaban a su paso.
Recordándole una y otra vez
que no era de nadie, que estaba igual de rota.
Porque ella sí quería tener
algo a lo que aferrarse.

Irene Nómada y Diego Huacho


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