martes, 15 de septiembre de 2015

Esas mariposas

He vomitado tantas veces tu recuerdo
que ahora pensarte me sabe a vicio,
de ésos que culminan confesiones
que sólo se cuentan en la barra de un bar.

Te llevo conservada con la
gelidez de un corazón tan pesimista
que tu nombre ya no me produce escalofríos, sino risas.

Ya no te culpo si a mi cuerpo
se le olvida llegar al ocaso de la tarde,
con la fe desgastada y el amargo
de un sueño cuando toca despertar.

Hablo de esas mariposas
que murieron dentro del mismo capullo.
Sin conocer la libertad que concedía
un primer rubor de primavera.

Hablo de gargantas en silencio.
De resacas con la almohada.
De palizas sin rivales.
De retiros sin conventos.

Y no te culpo si a mi voz
le cuesta pronunciar el color correcto
de tus besos; una mezcla de rojo mentira,
con negro caduco y blanco vacío.

Ya no te llevo como abrigo en madrugada,
ya no te busco entre mis dedos.
Aprendí a nadar, sin miedo, en tu tormenta
y combato tu huracán con mar en calma.

He vomitado tantas veces tu recuerdo
que ahora pensarte me sabe a vicio,
de ésos que te humillan las costuras,
que se ahogan y renacen en un bar.

1 comentario:

  1. Sencillamente me encanta. No sólo porque me he reconocido en algunas de tus líneas (es lo que tienen los recuerdos), sino porque has sabido describir un sentimiento universal de un modo precioso.

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